Guía para volver a casa
Al igual que yo, estoy segura de que muchas de ustedes tuvieron la maravillosa oportunidad de salir de su ciudad natal para irse a estudiar o trabajar fuera de casa. Ya fuera a la capital, a una de las metrópolis del país o incluso a otro continente, ¡qué suerte la de nosotras!, pero qué gran reto también.
Todas pasamos por la gran hazaña de encontrar depa (si vives en la CDMX seguro que tú más que todas estás curada de espantos), encontrar buenos roomies, adaptarte a los nuevos tiempos y energías de la ciudad a la que te mudaste, extrañar tus comidas favoritas, y un sin fin de cosas que no venimos a enlistar aquí.
Así como muchas decidimos irnos, muchas otras también decidimos (o tuvimos) regresar al terruño. Tal vez hartas de la gran ciudad y ansiosas por volver a la tranquilidad de casa, o incluso por cuestiones económicas o de salud. No importa cuál sea la razón, volver a casa también es un reto. En tu ciudad también puedes llegar a ser foránea.
Regresar a casa puede ser algo muy distinto a lo que alguna vez idealizamos en nuestras cabezas. En el camino de regreso pudimos haber perdido amigos con los que crecimos o quizá muchos ya no viven en la ciudad. Seguro te podrás encontrar nuevos lugares que no conocías, vivir con tus papás (si es que lo haces) puede llegar a convertirse en auto-sabotaje o puede ser que las cosas que más disfrutabas de la ciudad donde vivías, ahora simplemente ya no las puedas hacer.
Así que sí, regresar a casa puede ser igual de incierto como irte de ahí.
Bueno, ya estoy aquí, ¿ahora qué hago?
No todo tiene que ser un martirio a la hora de volver a casa. Como todo, es un proceso más al que hay que adaptarse, claro que a unas nos cuesta más o menos que a otras, pero el cambio sigue siendo el cambio. Así que aquí te dejo un par de cosas que te pueden ayudar a hacer la transición un poquito más ligera:
Trata de encontrar tu propio espacio
Ya sea que rentes tu propio depa o si regresas a vivir a casa de tus papás, encuentra un espacio dentro o fuera donde te sientas cómoda pasando tiempo contigo misma. Decora tu cuarto cómo te gustaría, agrega plantas, pinta las paredes de un color que te haga sentir bien. En fin, haz lo que puedas con lo que tengas.
Conecta, re-conecta y desconecta
Por más que creas que ya tienes bien explorados los círculos sociales de tu ciudad, te sorprendería ver cuánta gente nueva hay ahí afuera, incluyendo a todas esas personas que ya conoces pero que nunca pasan de un saludo.
Pon atención y conecta con las personas de tu ciudad que están haciendo y pensando cosas que a ti también te interesan y sobre todo, que te hacen bien; todo eso que te hace click, todo eso que te hace ruido.
Reconecta con personas que sabes que tienen potencial para seguir estando en tu vida, pero que en algún punto del camino les perdiste la huella. Catch up!
Desconecta con esas viejas relaciones que a pesar del tiempo y lo compartido ya no les hayas ni por dónde.
Crea nuevas rutinas
Se sabe que probablemente no vas a poder recrear las rutinas que tenías antes de regresar a casa, pero encuentra esas cosas que SÍ puedes hacer en tu ciudad y que no habías hecho antes. Sé que es un gran cliché, pero inscríbete a clases de algo nuevo que quieras aprender y que hasta ahora habías postergado. Incluso si no sales con nuevos amigos (no tienes por qué 0 presión), siempre es refrescante convivir con nuevas personas. Reinvéntate.
No dejes de ir a terapia
Dejar una ciudad puede representar mucho más que eso, sobre todo si tienes una red de apoyo bien establecida en ese lugar, un círculo social y actividades que disfrutas. Como dijo mi psicólogo “mudarte también es un duelo”. Si adaptarte al cambio te está costando más de lo que pensabas, date una ayudadita :)
Agradece y disfruta💫
De lo malo lo bueno. Seguro hay cosas en tu ciudad por las que puedes estar agradecida y además disfrutarlas. Yo por ejemplo, extraño muchas cosas de la ciudad donde vivía, pero estoy agradecida de ahora poder ver el mar cada vez que quiero. ¿Tú qué agradeces?