No breakfast No phone

 

No breakfast No phone

Por Amapola González


¿Alguna vez han salido de campamento fuera de la ciudad, lejos del ruido y las luces artificiales, y se han dado cuenta de que se despiertan automáticamente al amanecer y se quieren ir a dormir en cuanto el sol desaparece? Esto es simplemente porque el cuerpo alejado de sus distracciones habituales puede seguir sin problema su ciclo circadiano. En otras palabras esto quiere decir que el cuerpo se “prende” o se “apaga” conforme a la luz del día. Dicho así suena bastante lógico, ¿no?

Probablemente antes de que existieran los celulares, las televisiones y la luz eléctrica en general, a la gente le costaba poco trabajo seguir este ciclo e irse a dormir o madrugar con los primeros rayos de la mañana. Pero hoy, en pleno 2022, eso es otra historia.

Lo que estoy a punto de decir no es un secreto milenario ni una filosofía de vida china, en realidad, cuando me detengo a pensarlo un poco tiene todo el sentido del mundo, pero ya sea por escapismo, inercia, ansiedad o costumbre, esta maña que tenemos hoy en día de revisar nuestros teléfonos inmediatamente después de despertar seguramente no puede traernos nada bueno.

Lo sé de primera mano porque yo misma comencé con este ritual de desayunarme mi celular hace más de un año cuando recién empezaba a experimentar mis primeros episodios de ansiedad. Revisar mi teléfono como un reloj suizo recién abría los ojos, primero llegó como una forma de escapismo a todos mis malestares, y con el tiempo, cuando todo aquí adentro 🧠🫀 mejoró se quedó como un simple ritual matutino que hacía de manera inconsciente. 

En ese entonces no lo sabía pero, las respuestas para sentirme mejor definitivamente no estaban entre mis notificaciones, por lo menos no a las 7 de la mañana ni tampoco a las 11 de la noche.


Después de un tiempo de arrancar mis días con conteos de likes, notas de voz, tags y demás pensé “esto no puede estar ni poquito bien” y más importante aún “esto no me hace sentir bien”. Los ojos secos y lo abrumante que era ver la lista de mensajes pendientes de la noche anterior fueron suficientes para darme cuenta de que estaba experimentando una especie de cruda digital. Además, nada de esa información que aparecía en pantalla era útil para iniciar mi día, nada de lo que veía me servía en lo más mínimo, y peor aún, ni siquiera me interesaba.

Botar el celular de una vez por todas de mi vida era una fantasía tentadora y una necesidad imperante, pero también era un lujo. Porque seamos realistas, yo necesité de una computadora para escribir esto y tú probablemente de un celular para leerlo. Vivir desconectadxs por completo del mundo exterior no es imposible, pero raya en la utopía  y aunque sí c antoga tratar de conseguirla, aquí la solución era otra.

Un día un pensamiento muy poco pulido pero muy instintivo llegó a mi mente: “nadie debería de agarrar su celular sin antes haber desayunado, aunque sea un licuado”. Twitteé mis tres segundos de iluminación, gocé del apoyo en forma de likes y me convencí tanto de que la idea era buenísima y sin falla alguna que comencé a hacerlo. 

No había celular si no había desayuno, y para que eso se hiciera realidad a veces podían pasar 2 horas entre que me levantaba de la cama y que me podía sentar a desayunar.

A esta regla auto-impuesta la bauticé como

🌈NO BREAKFAST NO PHONE🌈


Rápidamente mis mañanas comenzaron a ser más lentas y suaves, empecé a darme el tiempo de agarrar señal física y mentalmente antes de buscar información del mundo exterior. Ese tiempo lo usaba para hacer cualquier cosa que me hiciera sentir lista para tener una mañana mucho más amable. Tomar un té, abrir ventanas, hacer pipí, saludar a mis gatos, tender la cama, escribir o leer, etc., lo que sea que uno necesite para sentirse bien en esas primeras horas del día. Fue así que los rastros de la ansiedad terminaron por desaparecer.

La urgencia por saber qué estaba haciendo todo el mundo allá afuera y si alguien se había acordado de mí en whatsapp fue disminuyendo gloriosamente. Junto a la urgencia también vi partir al tan temible FOMO.
✨🌼Como por arte de magia todo empezó a valerme madres. 🌼✨

“¿Por qué pongo información en mi cabeza antes de poner comida en mi panza?”, me preguntaba sin tener una respuesta concreta.

Si cuando me levanto lo primero que hago no es desayunar una orden de papas fritas, unos tacos de tripa o una coca-cola con unas donas, ¿entonces por qué le doy a mi mente historias de 15 segundos, comentarios, 100 mensajes de un grupo que tengo tres días sin revisar y 4 likes antes de que siquiera pueda procesar todo eso?, ¿mi cabeza no debería tener entonces un desayuno saludable al igual que mi cuerpo?

No hay nada en mi teléfono que a las 8 AM sea más importante que tomar agua y desayunar.


Además de la información innecesaria e irrelevante que le daba a mi mente, no puedo dejar pasar que la luz azul de las pantallas de nuestros teléfonos puede llegar a interrumpir procesos naturales del cuerpo. Por ejemplo, hay mucha gente a la que por la noche le cuesta conciliar el sueño, pero que ya metidos en la cama y justo antes de intentar dormir pasan minutos y hasta horas viendo su celular, ¿coincidencia?, no lo creo. Está comprobado que la luz azul de los dispositivos puede hacer creer a nuestro cerebro que aún es de día, disminuir la producción de melatonina y hacernos batallar para lograr dormir.

El No breakfast No phone comenzó de manera intuitiva, solamente porque me parecía anti-natural la forma en que estaba haciendo las cosas, pero al tiempo me di cuenta de que todo lo que me preguntaba tenía una respuesta y un sustento científico, sobre todo desde el punto de vista de la neurología.

Nicole Vignola, una neurocientífica y psicóloga inglesa explica rápidamente en estas imágenes el impacto que el uso del celular puede tener en nuestro cerebro.

“Agarrar el celular a primera hora de la mañana significa que nos saltamos theta y alfa, etapas importantes del despertar, preparando al cerebro para la distracción y el estrés por el resto del día

“Las ondas cerebrales alfa y theta son importantes para la creatividad, la calma y sobre todo, esas etapas son responsables de alistarnos para el resto del día; son etapas importantes durante la mañana porque nos ayudan a crear las condiciones para la vida que queremos.

Mirar el celular a primera hora de la mañana significa que nos saltamos esas etapas que son importantes y entonces nos ponemos en un estado de alerta (ondas beta) demasiado temprano, estableciendo el tono para el resto del día”

Si quieres conocer más sobre ondas cerebrales, cuáles son, cómo funcionan y qué hacen por ti y tu cerebro, da click aquí.


Así que si tu trabajo, tus dinámicas familiares, tus rutinas, etc., te permiten despertar sin tener que desayunarte tu celular, mi sugerencia es que intentes y experimentes por ti mismx el cambio hacia unas mañanas más saludables.

Hacks para tener rituales matutinos mucho más suaves:

  • Cómprate un despertador, los encuentras de todo tipo, hasta con ruido blanco para que te quedes dormidx más rápido. Así no dependes de tu celular para ver la hora y poner alarmas ⏰

  • Deja el celular en otro cuarto o lejos de tu cama si es que neta estás muy acostumbradx a verlo y ya lo haces por inercia. Así como nos acostumbramos a revisarlo a la más mínima provocación también nos podemos desacostumbrar. Échenle ganitas, sí se puede🤝🏼

  • Si sueles recibir llamadas familiares o alguien depende de tu ayuda, activa el sonido para llamadas o notificaciones importantes para que puedas responder en caso de emergencia📞

  • No conviertas esto en un régimen autoritario, sé flexible. Si un día sabes que necesitas revisar algún correo, mensaje o cualquier cosa temprano por la mañana, ¡hazlo!, no pasa nada🤳🏽

  • Ahora que sabes más sobre ondas cerebrales, úsalas a tu favor, si al despertar estamos en una etapa de relajación y creatividad tal vez quieras meditar, estirarte, salir a caminar, escribir o crear algo con tus manos💡

  • Los teléfonos son una herramienta para vivir mejor, no para quitarnos vida, mantén eso en mente💆🏻‍♀️

  • Recuerda que tener tiempos muertos está bien, de hecho qué bueno que lo tenemos. He cachado miles de veces a las personas (incluyéndome) tratando de llenar espacios vacíos en la fila del banco, en un semáforo en rojo, esperando a alguien en el carro, etc. Pareciera que nuestros teléfonos se convirtieron en una muletilla mental para cuando no tenemos “nada” qué hacer, decir o contemplar. Yo te sugiero prestar atención a esos impulsos y si tienes un tiempo muerto, ¡disfrútalo! :)


Soy Amapola González, así me encuentras en Medium y en IG como @califasqueen👁️✌🏼

 
 
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