Lecciones que aprendí en mi primer trabajo
Cuando uno está en sus 20’s, probablemente está graduándose de la universidad y ¡sorpresa!, toca buscar trabajo. Entonces, te enfrentas a buscar vacantes, a preguntarte si estás preparado o si tan siquiera te atrae el puesto. Por un lado, está la presión de la familia, de los amigos, pero la peor, en mi opinión, la propia. Uno mismo puede convertirse en su peor enemigo cuando se trata del futuro y las expectativas. Escribo esto desde el escritorio de un trabajo al que estoy a punto de renunciar, sin embargo, he aprendido unas cuantas lecciones que hoy te quiero compartir:
1. No aceptes un trabajo solo por el dinero.
Todos tenemos condiciones y necesidades distintas y conseguir trabajo muchas veces se vuelve un lujo, pero si tienes chance de elegir, que tu prioridad no sea el dinero. En ocasiones uno piensa que mientras tengamos dinero, no importa si nos gusta o no lo que hacemos. La realidad es que sí importa y sí pesa. Es muy duro levantarse a diario para pasar tu día haciendo actividades que no te llenan ni apasionan.
2. Sigue tu pasión.
Esta lección va muy de la mano con el punto anterior, y es que todas las frases que uno lee por internet (y que muchas veces menosprecia), sobre seguir nuestra pasión y dedicarnos a lo que nos gusta, son ciertas. Repito, elegir nuestra pasión y true calling es un privilegio, y más el aprender a escucharnos y arriesgarnos a lo que venga. Seguir lo que a uno le apasiona no es sinónimo de que seremos exitosos en ello, pero te aseguro que al hacerlo estarás viviendo de forma auténtica y no hay nada más espectacular que eso.
3. Tienes tiempo.
Sé que suena super trillado, pero nos adelantamos tanto y nos preocupamos por tantas cosas y se nos olvida que tenemos veintitantos. Claro que no se trata de tomar todo a la ligera y no tener planes o metas, pero ¡hay tiempo! No apresures decisiones por miedo a quedarte sin tiempo, todo llega en su momento y lo que es para ti, nadie te lo va a quitar.
4. No todos tus compañeros de trabajo son tus amigos.
Esta fue una de las lecciones más duras que aprendí gracias a mi primer trabajo formal. Y es que la gente extrovertida y confianzuda me va a entender en esto. Uno llega a un nuevo lugar y busca conocer a las personas, inclusive hacer amigos, sin embargo, me tocó aprender por la mala que en los ambientes laborales hay muchas envidias y egos heridos. No te digo que no hagas amigos o que no tendrás por lo menos un amigo verdadero en tu trabajo, pero sí te aconsejo que seas muy prudente con lo que compartes, valemos mucho para abrirnos tanto con gente que quizá no lo vale.
5. El despido no es necesariamente malo.
La primera vez que nos invitan a renunciar o que por propia iniciativa decidimos irnos de un trabajo es normal sentir confusión, miedo, tristeza; finalmente, es una pérdida. Ya sea que el trabajo en que estábamos nos gustaba o no, el quedarnos sin trabajo es un momento duro y que viene acompañado de mucha incertidumbre en la mayoría de los casos. Solo quiero recordar(nos) que cuando una puerta se cierra, algunas ventanas se abren y un rechazo es en realidad un redireccionamiento.
Creo que aprendí bastantes más cosas en esta primera experiencia laboral, pero aún estoy procesando muchas de ellas. Y si me decidí a escribir estas lecciones es porque me doy cuenta que todas las personas jóvenes que me rodean estamos en una constante crisis respecto al trabajo y al futuro; quizá quien lea esto pueda sentirse identificado o acompañado y podamos recordarnos entre todos que eventualmente las cosas mejorarán y que de todo se aprende.
Un beso grande y nos leemos pronto,
- Val