Ahorra e invierte con propósito
¿Alguna vez has establecido metas financieras?, ¿te has cuestionado la importancia de ahorrar e invertir?, ¿o ves como una obligación, o algo que haces por ti? Piensa en ello no como algo que tienes que hacer, sino un privilegio que te das y un regalo que te haces. De entrada, muchas personas no tienen el hábito de ahorrar porque creen que es guardar dinero nada más porque sí y dejarlo ahí para siempre, ya sea debajo del colchón, en una alcancía de Cinnamonroll o en un bote de yogurt en la cocina. En realidad, va mucho más allá de eso. Es el puente que te va a permitir cumplir todo lo que te propongas.
Para empezar, lo ideal es separar mensualmente el 30% de tu ingreso. Una vez que lo hayas hecho, pregúntate “¿para qué voy a ahorrar?”., llegados a este punto, todo comienza a tener sentido. Siempre es bueno proponerte tres metas: a corto, mediano y largo plazo. Puedes modificarlas de acuerdo a lo que quieras y el momento de vida en el que te encuentres: dos a corto y una a largo, dos a mediano y una a largo o una a corto y dos a largo, ya lo determinarás de acuerdo tu situación. Se recomienda que una de tus metas a largo plazo sea tu retiro, las otras dos, lo que tú quieras. Por ejemplo: Ir a un concierto, tomar un curso, hacer un viaje, entre otras. Del 30% que separes, eres libre de decidir la cantidad que irá a cada una de las metas que hayas definido. Te sugiero que para tu retiro, aportes mínimo el 10% de tus ganancias. El resto dependerá de la cantidad de dinero y tiempo que necesites para tus otros objetivos.
Ojo: Si aún no tienes un fondo de emergencia, es importante que esa sea la primera y única meta que te propongas antes de establecer otras. Recuerda que este fondo es el salvavidas que va a estar ahí para ti en caso de que se presente alguna serie de eventos desafortunados a lo Lemony Snicket. Para empezar a construirlo, te recomiendo destinar el 30% completo de lo que ganes, mes con mes, hasta juntar de 3 a 6 meses de tu sueldo mensual, si eres godín. Si eres freelancer o hijo del rayo emprendedor, 3 a 6 meses de tus gastos fijos. Así estarás preparado para hacer frente a eventos inesperados como perder tu trabajo, una pandemia o una posible recesión económica. Una vez que tengas este fondo, puedes comenzar a ahorrar para lo que tú quieras.
Metas congruentes y conscientes
Es importante que para establecer tus metas seas honesto contigo mismo. Pregúntate cómo quieres vivir tu vida y para qué quieres usar tu dinero. Puede que no sea sencillo responder estas preguntas, así que te invito a realizar el siguiente ejercicio: En una hoja de papel, dibuja 5 cajitas. Cada cajita va a representar una faceta o un área de tu vida que sea importante para ti, algo no negociable. Por ejemplo: relaciones interpersonales, autocuidado, experiencias, aprendizaje continuo y crecimiento personal. Cada meta que te propongas deberá alinearse con cada una de esas áreas. Así lograrás darle una intención a tu dinero.
¿Cómo ahorrar?
Ve el ahorro como una manera de agradecerte por los esfuerzos que llevas a cabo día con día para darte la vida que quieres y mereces tener. Ahorrar el 30% de tu ingreso puede sonar retador, pero recuerda que Roma no se construyó en un día. Te comparto algunos tips para comenzar y a su vez vivir el proceso de manera más consciente:
Ojito a tu rutina: esos 10 minutos más de sueño que decides regalarte, hacen toda la diferencia. Por ejemplo, si tienes la posibilidad de tomar el transporte público para ir a trabajar pero por dormir un poquito más terminas pidiendo Uber, podrías considerar levantarte más temprano, lo cuál te permitiría no sólo ahorrar, sino llegar a tu destino con más calma.
Aplica la del sándwich con café: ¿todos los días haces una parada obligada para comprarte un latte y un panini? Mejor prepárate un sándwich y un café en tu casa y llévatelos a la oficina. No digo que ya nunca vayas a tu cafetería predilecta por tus favoritos, pero sí que podrías disminuir la frecuencia de dicho hábito. Te estarías ahorrando más de $100 diarios.
¿Lo necesito o sólo lo quiero?: cada que estés por caer en la tentación de hacer swipe, respira profundo, tómate un minuto y pregúntate lo siguiente: ¿necesito gastar en esto?, ¿lo seguiré queriendo en 72 horas?, ¿cómo voy a pagar por esto?, ¿cómo me sentiré una semana después de haberlo comprado? Cuestionar y evaluar transformará tus hábitos de consumo.
Domicilia tu ahorro: aplica si tienes memoria de pez. Cuando domicilias tu ahorro, autorizas un cargo automático a tu cuenta bancaria para que te lo quiten y lo manden a tu cuenta de ahorro.
Baby steps: si ahorrar es un reto para ti, comienza con el 10%. Mes a mes, incrementa el porcentaje hasta llegar a la meta del 30%. Tómate tu tiempo y observa cómo te sientes al integrar este hábito a tu vida.
De ahorrador a inversionista
Guardar tu dinero debajo del colchón no es la mejor opción, pues no está seguro ahí y pierde valor a través del tiempo por el efecto inflacionario. El siguiente paso después de comenzar a ahorrar, es invertir de acuerdo a tus metas y tu perfil de riesgo.
Existen 2 tipos de inversión: Renta fija y renta variable. Las inversiones de renta fija son aquellas que tienen un rendimiento conocido, es decir, sabes cuánto vas a ganar. Si eres primerizo o conservador, te sugiero escoger inversiones de este tipo, por ejemplo, cetes (Certificados de la Tesorería de la Federación) y pagarés bancarios, ambos ideales para metas a corto plazo. Cuando inviertes en cetes, le prestas dinero al gobierno para que lo utilice en infraestructura y otros proyectos a nivel nacional. A cambio, se compromete a devolverte ese dinero más algo extra, es decir, un rendimiento. Son considerados los instrumentos más seguros de México, no encontrarás nada de menor riesgo. Puedes invertir en ellos a través de cetesdirecto desde $100. Ahora bien, si inviertes en pagarés bancarios, le prestas dinero al banco para que le dé crédito a otras personas. Dinero que también, te va a regresar con una ganancia. Para invertir en esta opción, puedes hacerlo desde la app de tu banco.
Por otro lado, cuando invertimos en renta variable, el rendimiento es desconocido, no sabemos cuánto ganaremos. Existen diferentes instrumentos, ideales para metas a mediano y largo plazo. Un ejemplo son las acciones, las cuales podemos definir como pequeñas partes de empresas que cualquier persona puede comprar. Vamos a ilustrarlo de la siguiente manera: Imagina que una empresa es como una pizza. Una acción, sería como una rebanada de esa pizza. Cuando tú compras una acción, te conviertes en dueño de una “rebanada” de la empresa. Puedes adquirir acciones a través de plataformas como GBM+, Bursanet y Flink.
Para tu retiro, están las AFORES (Administradoras de Ahorro Para el Retiro), instituciones encargadas de administrar tus recursos para cuando dejes de ser un ciudadano productivo. O bien, puedes contratar un plan personal para el retiro con una aseguradora. A cualquiera de las opciones que elijas, apórtale el 10% de tu ingreso. Tu "yo del futuro" te lo agradecerá.
Antes de invertir, investiga los instrumentos, verifica que las instituciones estén reguladas (puedes hacerlo en Sipres) y de ser posible, recurre a un asesor financiero. Hay una gran variedad de instrumentos y seguramente encontrarás la combinación que se adapte a ti. Siempre hay algo para todos.
Lograr tus metas es un proceso que requiere disciplina, constancia y congruencia, no se puede dejar al azar. Replantear tus “para qué” le dará la vuelta a tu perspectiva acerca de la planeación financiera y te acercará al mundo de las inversiones. Recuerda que a aquello que priorizas, le das dinero, de manera que es importante que definas qué es lo que valoras para vivir tu vida como tú lo decidas.