Vivir con un diagnóstico mental
Me debatí mucho en si escribir este artículo o no, porque ya sabes podría ser tremendamente juzgada y estaría exponiendo una parte muy íntima de mi persona, pero también podría contribuir a desmitificar la salud mental y hacer sentir acompañados a otros, y este deseo es más fuerte que el miedo a la crítica.
Mi nombre es Valeria y he sido diagnosticada con Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) y Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), no estoy loca, ni desequilibrada, solo soy una persona que vive la realidad de una manera más intensa, nerviosa y preocupada que la mayoría. Aunque experimenté síntomas de ambos trastornos desde muy joven, no fui diagnosticada sino hasta los 18 y hace menos de 2 meses comencé un tratamiento que he sentido mucho más efectivo que todo lo intentado antes.
La realidad es que aunque creamos que el estigma sobre los trastornos mentales y emocionales ya no existe, las personas que vivimos con uno sabemos que esto no es del todo así. Hay gente que aún cree que solo estamos nerviosos o desquehacerados, o aún peor, nos tienen lástima. Es como si para los ojos ajenos dejáramos de ser una persona y nos convirtiéramos en el trastorno, y creo que no hay forma más errónea y dolorosa de verlo.
El trastorno o enfermedad mental es algo que se tiene, no algo que se és, es como este enorme círculo negro que nos asusta y del que queremos huir, para eventualmente darnos cuenta que no es un monstruo, sino un amigo incómodo, con el que podría convenir hacer las paces, para entenderlo en vez de juzgarlo tan duramente, e invitarlo a buscar ayuda. Creo profundamente que en mi camino el apoyo de un psiquiatra y un psicólogo con los que me siento cómoda han sido clave, sin embargo, quiero enfatizar la palabra “cómoda” ya que en muchas ocasiones las personas que buscamos atención de este tipo nos topamos con falta de profesionalismo y empatía por parte del sector médico, lo que desafortunadamente se convierte en una barrera para nuestro bienestar.
Las personas que vivimos con algún trastorno, en este caso me permito hablar del TAG y del TOC porque son los que tengo, en reiterados momentos de nuestro día a día llegamos a sentir que el mero acto de vivir es un desafío, nuestra mente no para, crea escenarios de todo tipo, tiene pensamientos que se sienten inapropiados e intrusivos que tememos si quiera decir en voz alta, nuestro cuerpo tiene reacciones que sentimos como incontrolables, hay veces en las que no podemos salir de la cama, puesto que literalmente no tenemos la energía para ello. Y como cereza del pastel tenemos toda esta presión social que le quita validez a nuestro sentir y nos hace sentir exagerados, solos y desesperanzados.
Vivir con un trastorno mental-emocional no es una sentencia, pero tampoco es un asunto fácil. Es una lucha constante con uno mismo, llena de retos, aunque también llena de lecciones que nos permiten autoconocernos, tomar mejores decisiones y elegir una vida que nos dé lo que tanto ansiamos: paz. Sin embargo, si de por sí reconocer que necesitamos ayuda puede tornarse una tarea difícil, una sociedad poco informada en cuanto a salud mental no nos lo hace más sencillo. Siempre están los padres que creen que uno es flojo y que solo quiere llamar la atención, los jefes que piensan que somos débiles y “de cristal” y los desconocidos que nos llaman locos o “enfermitos”. Si tú como yo vives con alguna condición emocional, te quiero recordar que no eres nada de eso y que solamente tú sabes el camino que has recorrido, lo mucho que te ha costado y el progreso que has logrado.
Por otra parte, si tú conoces a alguien que haya sido diagnosticado recientemente o que lleve ya un tiempo trabajando en mejorar, por favor, sé amable, infórmate y si puedes apoya a esa persona. Puede que tú no lo notes o que las situaciones que abruman a esa persona sean cosas que te parezcan mínimas, pero para ella o él es un reto y absolutamente nadie merece estar solo cuando su mente lo está atacando. Te aseguro que el corazón de esa persona te estará muy agradecido.
Mi camino hacia lograr el bienestar y sobre todo la tranquilidad ha sido turbulento y sé que quedan muchos obstáculos en el camino, aún así creo que hablar de esto y darle un nombre a mis trastornos me permite hacer las paces con ellos y reafirmar que no soy la ansiedad, no soy la obsesión ni la compulsión, soy Valeria, y sí vivo con TAG y TOC, pero también soy una mujer fuerte, escritora, futura madre (espero) y sin duda, soy más grande que lo que me aterra.
Valeria Sosa (me encuentras en instagram como @journalismbyval_)