Madre, latina y deprimida: la depresión post-parto, el lado oscuro de la maternidad
Dedicado a todas mis amigas que ante la
adversidad sacan fuerza para
forjar un mejor camino para ellas y sus crías.
Ustedes son ese camino.
…
Por más que me cueste aceptarlo, es innegable que un embarazo a mi edad o a la de cualquiera de mis amigas ya no sería catalogado como un embarazo adolescente jajaja. Hace más de 10 años que ya no calificamos para esa categoría.
Y aún cuando malamente todavía me asombra que muchas de ellas estén dispuestas a ser mamás, incluso cuando no lo hayan planeado, me parece todavía más sorprendente, y por demás doloroso, el precio que han tenido que pagar por esa maternidad, sin importar si fue deseada o no.
En los años que llevo aprendiendo sobre salud reproductiva (de forma amateur e involuntaria), la depresión post-parto nunca ha figurado en ninguna de esas pláticas, clases, posts, podcasts, entrevistas, etc. Puede ser que no lo haya hecho porque nunca había estado tan cerca ni atenta de una maternidad hasta que mis amigas empezaron a parir o tal vez la razón sea otra. ¿Por qué todos esas plataformas y contextos en los que crecí habrían de hablar de algo tan poco estudiado y reconocido hasta ahora?
A lo largo de mi vida había escuchado mencionar a la depresión post-parto como una cosa lejana que le pasa cada mil años a una mujer muy desafortunada, lo suficiente como para que le haya tocado padecer ese suplicio.
En mi mente la DPP (depresión post-parto) era eso, una cuestión de mala suerte, un caso aislado que no tenía qué ver con otra cosa más que con eso.
Hoy sé que no es así y quiero que ustedes también lo sepan.
A nivel mundial entre el 13% y el 15% de las madres padecen depresión post-parto.
Tan solo en México y Estados Unidos el 56% de las mujeres de origen latino la padecen.*
*(las cifras varían dependiendo de la fuente, lo que nos lleva a pensar que no hay un consenso general sobre los porcentajes de mujeres con DPP, probablemente por la falta de investigación al respecto, pero usaremos los números de arriba, ya que fueron las más comunes en los estudios consultados)
Depresión post-parto, ¿qué es?
La DPP es un trastorno mental afectivo severo, que aparece con sus primeros síntomas algunas veces desde el embarazo, y otras hasta después del nacimiento del bebé y que permanece por un mínimo de dos semanas y llega incluso a prolongarse hasta un año después del parto.
Este tipo de depresión se da a partir de un conjunto de factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales y requiere de tratamiento especializado, ya que es muy difícil que la madre logre recuperarse sin ningún tipo de ayuda.
Los estudios también hablan de una tristeza, hasta cierto punto normal, después de dar a luz, pero esta, a diferencia de la DPP, se va a los pocos días.
La DPP permanece más tiempo y tiene síntomas más fuertes, como:
Ansiedad extrema
Sentimiento de culpa e incapacidad de hacerse cargo del recién nacido
Negar la lactancia al/la bebé o interrumpirla
Cambios emocionales
Pensamientos suicidas
Gran preocupación por el/la bebé
Alteraciones en el sueño y la alimentación
Falta de placer
La edad, historial de salud mental, status socioeconómico, abortos o embarazos previos, escolaridad, estado civil y posible situación de violencia, son solo algunos de los factores que pueden contribuir a que la DPP tenga más posibilidades de ser padecida.
Durante mucho tiempo se pensó que la DPP se debía única y exclusivamente a los cambios hormonales por los que la madre naturalmente atraviesa durante el embarazo y el parto, y aunque estos evidentemente influyen en gran medida, ahora sabemos que existen otros detonantes socio-culturales que poco se discuten, pero mucho tienen qué ver en su aparición.
Por ejemplo, el rol de género que la madre tiene dentro de su relación sentimental con el padre del/la bebé, si es que la tiene, y la idealización o el concepto preformado sobre lo que significa ser madre o una buena madre, y la realidad contrastante respecto a esas expectativas y exigencias.
Los estudios comprueban que un rol de género mucho más tradicional (ama de casa o dependientes de su pareja de alguna forma) coadyuva al desarrollo de una DPP, a diferencia de un rol de género menos tradicional, donde la madre tiene un trabajo remunerado fuera de casa, una carrera, independencia económica y poder de decisión sobre su embarazo, etc.
Según lo explican Asunción Lara, Pamela Patiño, Laura Navarrete y Lourdes Nieto, investigadoras del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, en su publicación Depresión posparto, un problema de salud pública que requiere de mayor atención en México:
Se sabe que la sociedad ha programado a las mujeres, no solamente para pensar que gran parte de nuestra función o propósito, es ser madre, sino también para sentir la obligación de ser una mamá que es completamente feliz siéndolo y donde no existe espacio para ningún otro sentimiento que no sea ese y la buena disposición a sacrificarlo todo, incluso a ella misma, en pro de su bebé.
En la práctica, muchas de las veces, la realidad es otra:
“La construcción de la maternidad como un estado idealizado de felicidad y satisfacción ha dificultado el reconocimiento de la depresión perinatal y la aceptación del hecho de que muchas madres experimentan sentimientos contrarios al goce y alegría esperados.”
Si bien, el haber crecido en un país como México (o cualquier otro de América Latina) nos ha enseñado, me atrevo a decir que a la mayoría de las mujeres, a ponernos de lado para servir a alguien más, de forma directa o indirecta; me parece lo más tristemente lógico que a la hora de dar a luz a otro ser humano que depende 100% de ti, este patrón de comportamiento no puede hacer otra cosa más que reforzarse exponencialmente.
Esto, aunado al desconocimiento y poca información sobre este trastorno por parte del personal de salud dentro de los hospitales; quienes a su vez están poco capacitados para identificar y tratar este padecimiento… termina siendo un círculo vicioso. No sin mencionar la poca preparación emocional de los profesionales de salud para atender empáticamente a las madres durante el parto.
Sabemos que en nuestro país la violencia obstétrica es una realidad latente, que desemboca en una revictimización y culpabilización hacia las pacientes que ya de por sí están atravesando por un momento traumático a nivel físico y emocional.
Otro factor sin duda determinante y de suma importancia, es el contexto en el que el/la bebé fue concebido/a. Si el embarazo tristemente se dio como consecuencia de un abuso sexual, no solo tenemos el peso y la exigencia de ser una mamá funcional, sino también la carga del trauma físico, mental y emocional de ese episodio en la vida de la madre.
En una situación así, ¿realmente nos sorprende encontrar a una mamá deprimida y/o con pensamientos suicidas?
Lastimosamente, en México, la investigación, y por lo tanto los tratamientos, sobre y para la DPP son básicamente nulos. Según las investigadoras antes citadas, estamos algo así como 20 años atrasados en materia de investigación sobre la salud mental de la madre durante y después del embarazo, en comparación con otros países de primer mundo (¡qué sorpresa, aaah! 😮).
Tomando en cuenta algunos de los detonantes socio-culturales de este padecimiento, México es un caldo de cultivo para que las cifras de mujeres con DPP sigan aumentando. América Latina en general, es el reino de los papás ausentes y las madres solteras por excelencia, pero ese es tema para otro día.
Las graves consecuencias de la DPP
Además de las consecuencias obvias que la DPP tiene sobre la madre, es importante hablar sobre el impacto que puede llegar a tener en el desarrollo de la/el bebé y en la relación entre madre-hij@.
Si la depresión aparece desde el embarazo, es común que la madre no esté en la mejor disposición de cuidar de su salud ni de ir a sus chequeos programados, etc. Por lo tanto el/la bebé corre el riesgo de nacer prematuro o con un peso bajo, y esto a su vez puede afectar en su desarrollo.
Cuando la depresión aparece después del parto, sabemos que la mamá puede llegar a sentir rechazo o incapacidad para cuidar del/la bebé, incluso como antes lo mencionamos, puede negarse a amamantarle. ¿Qué consecuencia tiene esto? Una mala calidad en la nutrición del/la bebé, por un lado y por el otro, la generación de un apego inseguro hacia la madre, así como problemas psicológicos en el desarrollo del/a recién nacidx.
Un estudio realizado en el 2022 por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) revelaron datos de alto impacto:
El suicidio representa el 20% de las causas de muerte en las madres estadounidenses durante el período perinatal. Un porcentaje que rebasa por mucho a otras causas aparentemente más comunes, como las hemorragias o problemas de hipertensión (14% y 7% respectivamente).
Las condiciones de salud mental encabezan la lista de causas de muerte relacionadas con el embarazo con un 23%.
Las mujeres de origen hispano o afro, tienden a reportar ideas suicidas dos veces más que las mujeres blancas. En general, las mujeres no blancas tienen mayores probabilidades de sufrir DPP.
El 62% de los suicidios maternos ocurren entre los 43 y 365 días después del parto, lo que nos habla de que ese período es una ventana de tiempo crítica para prevenir, diagnosticar y tratar a las madres en riesgo de perder la vida.
Las cifras anteriores pertenecen a estudios realizados en Estados Unidos específicamente, pero funcionan perfecto para ejemplificar un problema de talla mundial y su panorama actual. Además, es sabido que en los países en vías de desarrollo, como el nuestro, las mujeres son más vulnerables y propensas a desarrollar estas problemáticas. Así como las mujeres inmigrantes en países desarrollados.
Ok, pero entonces, ¿qué hacemos?
Paso #1: Si me preguntan a mí, el primer paso sería hablar, hablar, hablar.
Con nuestras amigas, primas, hermanas, sobrinas, vecinas, que estén encaminadas a ser mamás o recién lo hayan sido. No asumir que estrenarse como mamá (sobre todo si es su primer parto) es todo amor, felicidad y ternura. Ser mamá también es un súper trabajo y los trabajos no siempre nos pueden gustar.
Acerquémonos a preguntar, ¿cómo te sientes en tu nueva chamba de ser mamá?, ¿todo bien?, ¿era todo lo que te prometieron?, ¿era todo lo que esperabas? Y si la respuesta es “no”, NO JUZGAMOS. Sobre todo si no hemos sido mamás, hay que tener tantita vergüenza.
Paso #2: (si me siguen preguntando a mí) es hacerles saber que está bien no sentir que todo es miel sobre hojuelas.
Y que si un día sienten que quieren renunciar a ese “dream job” por el que hace 3 meses estaban brincando de emoción, no se los vamos a reprochar.
Es importante que sepan que tienen a alguien a quien decirle de vez en vez “ya me harté de este bebé” y que les recuerde que ese es solo un pensamiento y que no refleja la realidad del amor y responsabilidad que sienten por esa pequeña persona.
Yo también a veces me hartó de mi mamá, de mi gato y mis amigos y eso no significa que ya no los ame o los vaya a abandonar, ¿a poco ustedes no han estado ahí?
Paso #3: (y ahora sí, aquí entran los profesionales) animarlas a tomar o retomar terapia.
Sin importar si hay indicios de una DPP o no, ir con un profesional de la salud mental puede prevenir la aparición de la depresión, o en su defecto, ayudar a detectarla y actuar a tiempo.
En la experiencia de mis amigas que sospechan o saben que padecen DPP, convivir con otras mamás que estén en una situación parecida a la de ellas les ha ayudado a no sentirse solas en esto ni tampoco las únicas teniendo estos pensamientos y sentimientos de negatividad respecto a ellas y sus bebés. Al contrario, las ayuda a sentirse identificadas y entendidas.
Paso #4: hay esperanza en la medicina para tratar la DPP.
En 2023 la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos aprobó el uso de Zulresso, un fármaco que ayudará a tratar los síntomas de la DPP en menos de 48 horas, gracias a su ingrediente activo, la alopregnanolona, que combate la depresión y ansiedad a través de la disminución de la actividad neuronal.
El fármaco sigue siendo estudiado y hasta ahora solo está disponible en EE.UU a un muy alto costo.
Aunque la creación de este fármaco arroja luz sobre el desarrollo de la medicina en pro de la salud mental materna, esto no parece estar ni cerca de ser una solución al problema real, sino un simple paliativo para los síntomas.
Andrea Ros, creadora de Madremente, nos comparte esta importantísima y atinada reflexión alrededor de la creación de esta pastilla, que en lo personal, me parece que resume básicamente dónde está el verdadero problema en todo esto y hacia dónde tenemos que estar viendo realmente.
Conclusión a título personal:
Hace miles de años, cuando los Homo sapiens aún se movían de un lado a otro buscando alimento y no conocían de jerarquías ni modelos familiares, la crianza de los niños era compartida entre todos los integrantes del clan. No importaba quién fuese el padre de aquellas infancias, hombres y mujeres, todos eran responsables de involucrarse en su educación y cuidados.
Ahora, sabiendo lo que sé, me queda claro por qué… criar a esas pequeñas personas era, es y seguirá siendo un trabajo exhaustivo😮💨 Que aunque ahora en día vemos que es posible que una sola persona lo haga por su cuenta, NO ES SOSTENIBLE y mucho menos justo.🙅🏻♀️
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Cuéntanos en los comentarios tu experiencia con la DPP, o la de alguien que conozcas que la haya o esté padeciendo, nos encantaría conocer tu historia :)
Soy Amapola González y en IG me encuentras como @califasqueen. Puedes leerme completa en mi Medium 🌹